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No estoy sola

Tengo una historia que contarte, mas lo que se remueve en mí es lo que más temo.
Cuando tengo momentos de inspiración siento pena por tener que recurrir al papel, a la lentitud del mundo, que no por eso deja de ser de las cosas más bellas y enigmáticas que existen.
En mí hay luz, una luz con ganas de brillar al infinito, en la eternidad.
Y cuando lo veo, te veo. A ti, al que llaman Dios padre, al que me estremece. Te amo tanto…
Mas cuando pienso en mí, en este pequeño gran ser, siento miedo, miedo a ser soberbia, por creerme importante para ti. Porque mis ganas son sanar este mundo, comunicar lo que veo, lo que siento cuando estoy junto a ti.
¿Cómo puedo yo aspirar a abrazar todo un mundo?
¿Cómo puedo yo soñar con ser elegida para ser tú?
¡Qué osado puede ser el amor!
Humaildad y soberbia: un ejemplo más de la delgada línea que une los contrarios.
Un día me emocioné cuando en mí surgió la claridad de una nueva biblia.
Y cuando pienso en hacerlo sola, en salvar a este mundo sola, me digo “¿quién soy yo?”. Puede que lo correcto sea decir “no estoy sola, pues en mí está todo”. Noche – Día, Amor – Odio, contrarios que a buen entendedor son lo mismo, la esencia de Dios.